A Juan lo echaron de su trabajo, y decidió usar la indemnización para desarrollarse en forma independiente. No estaba solo: Estela, su mujer, lo acompañó en el proyecto desde el primer momento. Han pasado los años, y hoy están tan unidos como el primer día. ¿Cuál es la fórmula del éxito?
Cuando una pareja decide complementar su sociedad afectiva con un desafío empresarial, debe tomar en cuenta muchas variables:
- ¿cómo se tomarán las decisiones?
- ¿habrá espacios de exclusividad para cada uno?
- ¿establecerán una estructura piramidal, con alguien a la cabeza, o se respetará una paridad estricta entre ambos?
- ¿establecerán el derecho de veto (lo que significa que si no hay unanimidad, el proyecto no se lleva adelante) o, por el contrario, el criterio principal será que uno de los dos debe ceder, alternativamente, para evolucionar?
Hay diferentes respuestas a estos interrogantes: para algunas parejas, el trabajo compartido genera un fortalecimiento del vínculo y la confianza. Para otras, en cambio, rápidamente se convierte en un calvario, en un espacio de disputa permanente, sea por espacios de poder, o por incompatibilidades profundas para la toma de decisiones.
Algunas estrategias para cuidar el vínculo personal pueden tener como consecuencia que no pueda continuar la actividad empresarial en conjunto, pero, a la hora de elegir, esa alternativa resulta superadora a la eventualidad de tapar los conflictos y el malestar, porque tarde o temprano saldrán a la luz de la peor manera.
¿Cuáles son las cuestiones principales a tener en cuenta para una relación exitosa?
- Compartir una visión.
- Definir una misión que resulte satisfactoria para ambos.
- Poner de manifiesto los valores compartidos.
- Establecer las funciones, objetivos y responsabilidades de cada uno en relación a la empresa y a la familia.
- Acordar las pautas de retribución de cada uno, de reinversión en la empresa, y niveles de riesgo que están de acuerdo en afrontar.
- Fijar momentos para el trabajo, momentos para la vida en pareja y la vida familiar, y respetar estrictamente los horarios que corresponden a cada ámbito.
- Definir si lo más importante para esa pareja es el consenso, o el apoyo recíproco al proyecto del otro.
En la siguiente generación
Muchas empresas no existirían si no hubiera habido un acuerdo en la pareja fundadora para crearlas y llevarlas adelante.
Es posible que el entusiasmo ligado al amor, pero también la necesidad de “parar la olla”, expliquen en gran medida cómo, y por qué, se fue haciendo camino al andar.
Pero, con el éxito ya garantizado, es posible que esa misma pareja se pregunte: “es repetible nuestra historia?”
“¿Queremos que las parejas de nuestros descendientes se incorporen a la empresa, y tengan la oportunidad de complementarse como nosotros lo hicimos?”
Este es el momento en que muchas parejas que hicieron la empresa en conjunto no desean correr el riesgo de que las cosas salgan mal en la siguiente generación.
En algunos casos, piensan que su historia es única e irrepetible; en otros casos ponen de manifiesto que en los últimos treinta años han cambiado mucho las costumbres, y que las parejas de hoy son muy distintas de las parejas del pasado; otros se plantean que podrían trabajar con algún yerno, o alguna nuera, pero no con todos, y, por lo tanto, excluir a los parientes políticos es una manera de evitar una discriminación, que para algún hijo o hija podría ser odiosa.
Hay soluciones diversas en distintas familias.
El punto en común, para el éxito, es que el tema debe merecer profunda reflexión, y que la decisión que se adopte debe convertirse en una norma claramente comunicada a los integrantes de la siguiente generación.
Sin duda, reglas claras y equitativas (más allá de cuál sea su contenido) constituyen un ingrediente principal para poder mantener las mejores relaciones de pareja y de familia en el largo plazo.