Temas de Empresa & Familia

Nosotros, heredantes

Existe una palabra  para definir a quien, sabiéndose mortal, toma medidas para que su patrimonio llegue de la mejor manera a quienes debe llegar, y a la vez, para poder vivir su vida con el mayor resguardo económico que sea posible, incluso si no está en condiciones de generar nuevos ingresos.  Esa palabra es heredante.

Todos somos heredantes, porque tenemos, o tendremos, un patrimonio, y seguramente queremos que, en caso de que tengamos que transmitirlo, llegue a las personas que consideramos adecuado; y también tenemos nuestras propias necesidades, y las necesidades de nuestro entorno afectivo (pareja, hijos, amigos), a los que queremos proteger o beneficiar.

Por todo ello, será útil que nos hagamos algunas preguntas:

  • ¿Cuál sería la situación de mis seres queridos en caso de fallecer prematuramente?
  • ¿Quiénes se verían afectados?
  • ¿Qué acciones podría implementar para protegerlos?
  • ¿Cómo podría evitar conflictos entre los seres queridos?
  • ¿Me interesa dar a todos mis seres queridos por igual (lo que implica ser igualitario) o diferenciar en función de valores tales como necesidades, merecimientos, etc (lo que implica ser equitativo)?
  • ¿Qué pasaría si una situación de enfermedad me impidiera tomar decisiones sobre mi cuerpo? ¿Quiénes deberían tomar esas decisiones?
  • ¿Qué riesgos correrían mis proyectos, por mi ausencia física o intelectual?
  • ¿Qué pasaría si los costos a afrontar en el futuro fueran demasiado altos y en mi retiro  no contara con los recursos económicos para ello?
  • ¿Cómo debería manejarse el negocio, mi actividad profesional  o mi empresa, si yo no pudiera hacerlo?

Los cuatro pilares de la Planificación Sucesoria

Contestar esas preguntas permite encarar la Planificación Sucesoria.

Esto implica abarcar motivaciones disímiles de cada persona, ya que a cada edad y en cada circunstancia algunas motivaciones pueden ser más relevantes que otras.

Por eso, hablamos de los cuatro pilares de la Planificación Sucesoria, que son los siguientes:

  • La protección
  • La armonía
  • La proyección personal
  • La trascendencia

Los analizaremos en forma particular.

La protección

Significa arbitrar los medios necesarios para que:

  • Los seres queridos no sufran un deterioro en sus condiciones materiales de vida como consecuencia de la desaparición de su proveedor de ingresos.
  • El patrimonio no se vea afectado por un impacto impositivo derivado del fallecimiento del titular.

La armonía

Consiste en adoptar medidas tendientes a:

  • Evitar conflictos entre miembros de la familia.
  • Definir los principios éticos del heredante (o sea, de quien está encarando su propia Planificación Sucesoria), que, en general, se basan en:
    • Mantener la igualdad entre los hijos.
    • Propender a la equidad, tendiendo a compensar situaciones de diferencia.
    • Premiar el mayor esfuerzo de algunas personas.
    • Compensar por la presencia y asistencia recibida de algunos hijos u otros seres queridos, en especial en la vejez o durante una enfermedad.
    • Compensar a quien haya sido afectado por los condicionamientos de la vida (por ejemplo, un hijo que padece una enfermedad discapacitado)
  • Dar a cada uno lo que le corresponda sobre la base de los principios éticos del heredante.
  • Tratar de armonizar tales principios del heredante con lo que puede ser aceptado por los herederos, lo que ayudará a evitar un mal recuerdo en el marco de los afectos. En otras palabras, intentar soluciones por consenso.

La proyección

Entre los valores más apreciados de una persona se encuentra lograr que sus propios proyectos puedan seguir adelante.

En el caso de las empresas esto ocurre cuando algún individuo se plantea cómo conseguir que se continúe más allá de su esfuerzo personal, tratando de evitar con ello que la organización padezca el impacto de la falta de su aporte personal.

En esos escenarios, el empresario se está planteando su propio exit planning, o sea, la estrategia para la salida personal de la empresa y la búsqueda de personas comprometidas para poder llevarla adelante.

Pero también está comprendido el riesgo de no poder retirarse: de que, por alguna contingencia, una persona no pueda seguir adelante con su empresa o con sus proyectos.

“Empezar con el fin en la mente” es un sano principio que implica poder prever las contingencias, e imaginar la manera de resolverlas.

La trascendencia

Sea a través de actos filantrópicos, o de la consolidación de ciertos proyectos personales, lo cierto es que satisfacer las necesidades de trascendencia significa responder de la manera más efectiva posible a algunos de los valores más importantes de los seres humanos.

Trascender significa, por ejemplo, que el propio nombre bautice un proyecto, o que el esfuerzo del presente rinda sus frutos en el futuro lejano (por ejemplo, al garantizarse la educación de los nietos o de los bisnietos).

Muchas veces, quienes se focalizan en el pilar de la trascendencia, ya tienen íntegramente resuelto el pilar de la protección.

¿Quiénes y cuándo deberían consultar por su Planificación Sucesoria?

Una respuesta factible es “todos aquellos que tengan un patrimonio, una familia, un entorno afectivo y el deseo de dejar organizado en vida qué sucederá con todo ello cuando acontezca la muerte, para así poder vivir tranquilo ahora”.

No obstante, en particular, podemos mencionar algunos casos en los que resulta imprescindible, a saber:

  1. Cuando se está por comprar o vender un bien importante.
  2. Cuando alguien decide casarse o divorciarse.
  3. Al comenzar una convivencia de hecho, o quienes ya conviven.
  4. Al formar una familia ensamblada.
  5. Cuando existe algún miembro de la familia discapacitado.
  6. Cuando nace un hijo.
  7. Cuando los padres son ancianos o se encuentran enfermos.
  8. Cuando se está por iniciar un negocio con otra persona, o una sociedad.
  9. En casos de empresarios o profesionales independientes.
  10. Cuando existen cónyuges e hijos de ellos.
  11. Cuando una persona de mediana edad se halla interesada en encontrar una forma de ingreso para su retiro, asegurarse la educación de sus hijos, o la manutención del nivel de vida de su familia al fallecer o enfermarse gravemente.
  12. Cuando se ha transitado por sucesiones complejas y se quiere asegurar a los herederos la transmisión de su patrimonio con prolijidad y seguridad.
  13. Cuando se considera que se necesita asesoramiento profesional especializado para lograr sus objetivos de previsión del futuro, para así vivir más tranquilo el presente y evitar conflictos sobre la base de su propia realidad personal, patrimonial y familiar.
  14. Cuando alguien se siente desplazado de un patrimonio o de una empresa.
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