El tema, siempre vigente, está especialmente desarrollado en “Iguales y Diferentes – los espacios de la mujer en la empresa de familia” (Aretea Ediciones, 2015).
Según un artículo publicado en la Family Business Review, son muchas más las empresas en segunda o tercera generación que incorporan mujeres de la familia a la actividad cotidiana, en relación a las empresas en primera generación.
Esta evolución desde empresas mayoritariamente dirigidas por hombres, y empresas donde coexisten hombres y mujeres es una de las claves para el exitoso traspaso generacional.
Más de una vez, hablando de este tema, he recordado la anécdota de una empresa manejada por tres hermanos, que se disponía a integrar a la siguiente generación.
Frente a su dificultad para realizar reuniones y registrar las decisiones que tomaban, les señalé que ese procedimiento era el más adecuado para que todos tuvieran participación, y para que las decisiones se pudieran ejecutar.
- Nosotros no necesitamos reuniones – me dijo uno de los hermanos. – Tenemos la práctica de que las grandes decisiones las tomamos los tres juntos, cuando vamos al baño –
- Entonces tenemos un problema técnico – les dije. – Porque, como en la generación de sus hijos hay hombres y mujeres, van a tener que instalar intercomunicadores entre los baños – .
Sin duda provenimos de una cultura en la que el proveedor era el hombre, y la que cuidaba a la prole era la mujer.
Aun partiendo desde ese concepto, en las empresas de familia debería ser significativo el rol de las mujeres, ya que, por definición, una empresa de familia se basa en su vocación de continuidad a lo largo de las generaciones.
Por lo tanto, aun en las empresas familiares en las que sólo participan hombres, las mujeres deben ser necesariamente consideradas, dado que siempre son protagonistas, aunque más no sea en su condición de madres de los integrantes de la próxima generación, de esposas de los integrantes de la generación actual, o posibles propietarias de una parte del capital, en caso de fallecimiento de sus esposos o de sus padres.
Pero la sociedad ha evolucionado, y actualmente la sociedad concibe a las mujeres y a los hombres en un rol de proveedores, y también de cuidadores de la familia.
En consecuencia, resulta más necesario que nunca identificar cuáles son los roles que mujeres y hombres han de ocupar en la empresa.
Son diversos los roles que puede cumplir una mujer en la empresa:
- trabajar full time, en condiciones similares a la del personal no familiar;
- trabajar part-time (alternativa necesaria, muchas veces, para quienes son madres y ocupan un lugar relevante en la crianza de sus hijos pequeños y adolescentes)
- integrarse a la Mesa de Dirección, espacio en el que los miembros de la familia propietaria tratan los temas tácticos y estratégicos, como una práctica para la formación de los futuros dirigentes. En la Mesa de Dirección se tratan todos los temas estratégicos y algunos temas relevantes del día a día, pero sin un ánimo resolutivo.
- Cuando los integrantes de la Mesa de Dirección han adquirido suficiente experiencia, pueden formar parte del Comité de Dirección, es decir, el organismo encargado de tomar las principales decisiones estratégicas.
- Si pensamos en la interrelación entre familia y empresa, es necesario sostener las reuniones del Consejo de Familia, donde participan todos los integrantes de la familia, sea que estén actualmente involucrados en la empresa, o no. En el Consejo de Familia se trata de concientizar a los más jóvenes respecto de la trascendencia de pertenecer a una familia empresaria; se proponen políticas de bienestar empresario-familiar, tales como la instauración de becas para los familiares que quieran encarar un posgrado, o subsidios y créditos para quienes quieran iniciar un emprendimiento, y se trabaja en la prevención y resolución de conflictos entre familia y empresa.
- ser consultora en el área de su especialidad (abogada, licenciada en marketing, contadora, ingeniera, etc)
- encargarse del área de Responsabilidad Social Empresaria.
Para la integración adecuada de las mujeres en la empresa es necesaria una actitud abierta y no discriminatoria por parte de los hombres, para que los modos diferentes de pensar, de sentir, de expresarse, de enfrentar los problemas, entre hombres y mujeres, aporte valor al desarrollo y consolidación del proyecto empresario.