“No pudimos aprovechar los buenos precios y ahora todo se disparó. Nadie quiere vender y todo el mundo quiere comprar. Si bien insistía, en el grupo de WhatsApp que compartimos con mis hermanos, nadie tomó la decisión y se nos pasó el tren”. Con angustia, como si se tratara de una confesión, lo compartía Martín, segunda generación de una empresa de la provincia de Córdoba.
Historias similares, se repiten diariamente en las empresas de familia, donde se evapora rentabilidad y se enciende la chispa de discusiones que contaminan el clima de la empresa y la familia. ¿Se dimensiona el impacto económico, social y emocional de estas “in-decisiones”? Reza el dicho “No todo es número”. Sin embargo, ellos terminan revelando en azules y rojos, los aciertos, errores y omisiones. ¿Cómo resolverlo, sin barrer estos problemas debajo de la alfombra?
Dimensionando el impacto
Las consecuencias de no capitalizar las oportunidades que brinda nuestra economía, que aún inflacionaria, permite hacer buenos negocios al distorsionarse los precios relativos, afectan a todos los eslabones de la propia actividad, otros actores de la economía, y al propio sector público que ve mermados sus ingresos impositivos.
Quienes se hayan apalancado en financiamiento a tasas menores que la inflación actual interanual del 64%, con un peso que ante el dólar se derrite en la mano y haya logrado posicionarse en mercaderías, insumos o inversiones tanto inmobiliarias como financieras dolarizadas, habrán agregado valor a su negocio.
Quienes se quedaron esperando otra historia diferente a la que ya conocemos, esperando que el clima aclare, su información empezará a teñirse de rojo.
Por citar un ejemplo, y tomando al campo como generador de 9 de cada U$s 10, de superávit de balanza comercial, la caída en las cotizaciones de en soja (-U$s 89) y maíz (-U$s 80), arrasó con U$s 4.700 millones, impactando en toda la economía. Esta cifra equivalente a unas 6.700 cosechadoras nuevas que no se pudieron ni producir ni vender, 17 millones de salarios mínimos vital y móvil, y U$s 3.000 millones de recaudación impositiva.
No todo es número. Aunque ellos revelan cómo el hecho de dilatar decisiones comerciales clave impacta en toda la economía y la sociedad, donde derrama en inversiones, empleo, y consumo. Decisiones “micro” que afectan también a la “macro”.
Cómo resolverlo
Por lo general los rojos de estos números, que se originan por la in-acción, prefieren barrerse debajo de la alfombra. ¿Cómo tomar el coraje de ponerlos sobre la mesa y resolverlos en la empresa de familia?
Así, como desde la corporalidad, para ser ágil, es necesario afirmarse desde el arranque para ganar impulso, es fundamental conocer desde dónde se parte. De allí que sugiero:
- Identificar la cultura y los procesos a la hora de planificar nuestras decisiones de precio de venta y de compra:
- ¿Está en claro quiénes son responsables?
- ¿Quiénes de nuestra empresa, familiares o no, están mejor preparados y motivados?
- ¿Necesitamos ayuda profesional o incorporar recursos?
- ¿Aplicamos estrategias de financiamiento y comercial según el año?
- ¿En qué información interna y externa nos apoyamos para decidir?
- ¿Conocemos nuestros volúmenes y precios de indiferencia por unidad de negocio?
- ¿Utilizamos tableros de control?
- ¿Estamos considerando nuestro flujo de fondos proyectado para planificar la comercialización?
- ¿Conversamos sobre las urgencias que aparecen en los mercados, y cómo impactan en nuestros indicadores para modificar estrategias?
- Sincerar las emociones del “detrás de escena” de las acciones y omisiones.
- ¿Para qué no conversamos?
- ¿Qué lo está impidiendo?
- Una vez mapeado el punto de partida, acordar:
- Qué seguir haciendo
- Qué dejar de hacer
- Qué comenzar a hacer
Sin embargo, la nube de ideas no se transforma en realidades concretas, si no definimos el QUIÉNES, el CÓMO y el CUÁNDO, para pasar a la ACCIÓN. Diferencial vital, que requiere de la mayor de las energías que definió Albert Einstein: la VOLUNTAD.
Espero que las respuestas a estas preguntas, como otras que surjan de la presente lectura, hayan sido de utilidad para despertar las conversaciones y acuerdos en tu empresa de familia, para agregar valor y bienestar empresario, familiar, y social.
Cierro con una frase de mi colega Alejandro Marchesán “Un futuro diferente está a una conversación de distancia”.
¿Ya estás diseñando cuándo, dónde y junto a quiénes?
Mónica Ortolani – Consultora Tónica – CPN. Coach Ontológico Profesional especialista en Agronegocios.