Temas de Empresa & Familia

Planificación sucesoria personal, un asunto del más acá

“Pensar la herencia es un asunto del “más acá”. Y la sucesión entre linajes y generaciones es un asunto de todos”. Así finaliza Pensar la Herencia, el primer libro de Planificación Sucesoria en habla hispana. Ahora, a 22 años de la primera edición, repasamos algunos conceptos fundamentales.


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¿Qué es la Planificación Sucesoria Personal?

Definimos a la Planificación Sucesoria Personal nos permite tomar decisiones en función de cuatro ejes fundamentales:

  • La protección de nuestros seres queridos
  • La armonía de nuestra familia
  • La proyección hacia el futuro de nuestras ideas, nuestra práctica profesional, nuestra empresa.
  • La trascendencia, o sea, la posibilidad de que nuestro paso por la vida deje huella más allá de nuestro tiempo.

La Planificación Sucesoria no se completa en un acto único, sino que se desarrolla a través de un conjunto de acciones, con la asistencia profesional adecuada: desde contratar un seguro de vida,  hacer un fideicomiso, o un testamento, constituir una sociedad o una fundación, etc.

La filosofía de la Planificación Sucesoria Personal.

“Tomar los asuntos de la vida teniendo en cuenta la posibilidad del retiro y la certeza de la muerte”.
En esta frase se resume la filosofía de la Planificación Sucesoria Personal.
Tengamos presente que la muerte no es una contingencia, que puede ocurrir o no,  sino una certeza. Lo contingente, aquello respecto de lo que no tenemos certeza, es cuándo va a ocurrir.
Cuánto va a vivir una persona es una incógnita dramática, dado que una muerte prematura puede ser sinónimo de dejar desprotegidos a los hijos, en tanto que una vida muy larga puede dar lugar a situaciones de dificultad financiera cuando una persona ya no está en condiciones de proveer a su sustento a través de su trabajo, pero sigue necesitando ingresos económicos.
Por esas razones, es necesario encarar las cuestiones relativas a la protección de la familia y al retiro desde la Planificación Sucesoria Personal.

Los grandes temas involucrados

La Planificación Sucesoria Personal se divide en dos ramas:

  • la Planificación Sucesoria Patrimonial proceso para el cual es necesario considerar la totalidad de los bienes y las deudas de una persona, y el conjunto de potenciales herederos;
  • Modos de distribución del patrimonio entre herederos, definiendo si se establecerán diferencias entre los del mismo rango.
  • Pautas para la protección del cónyuge, en especial cuando no es el padre/madre de los hijos.
  • Protección del núcleo conviviente, aun en caso de que la pareja no esté casada.
  • Formación de un fondo para mantener a los hijos menores o parientes con discapacidad
  • Otorgamiento de legados a personas o instituciones.
  • Pautas para la protección patrimonial a largo plazo, incluyendo el cuidado de la salud en el largo plazo, etc.
  • Protección de los padres mayores
  • Traspaso de la propiedad de la empresa
  • Mecanismos para la prevención y resolución de conflictos sucesorios

b) La  Planificación Sucesoria Personalísima, que abarca  cuestiones no patrimoniales, pero de elevada significación para cada persona, tales como:

  • Reconocimiento de hijos extramatrimoniales.
  • Designación de tutor para hijos menores
  • Designación de curador para parientes incapaces.
  • Manifestación del deseo de evitar tratamientos inconducentes
  • disposiciones respecto de la donación de órganos
  • designación de un curador para el propio heredante en caso de su incapacidad
  • disposiciones respecto de las honras fúnebres, destino del propio cuerpo, etc.

 Los instrumentos de la Planificación Sucesoria Personal

En función de los objetivos fijados por el heredante, es posible determinar cuáles son los instrumentos idóneos para realizar la Planificación Sucesoria Personal.
Los instrumentos genéricos más usuales  son:

  • El testamento
  • El fideicomiso
  • El contrato de donación, y sus variantes (tales como la donación con reserva de usufructo, la donación con cargo, la oferta de donación, etc)
  • El contrato de renta vitalicia
  • Los seguros de vida
  • Las sociedades patrimoniales
  • Instrumentos financieros, tales como la hipoteca revertida, mecanismos para el endeudamiento a largo plazo, etc.

Estos instrumentos se complementan con los que se utilizan para la Planificación Sucesoria en la empresa, tales como:

  • Las sociedades comerciales
  • El protocolo familiar/empresarial.
  • El convenio de continuidad empresaria (buy and sell agreement).
  • El fideicomiso productivo

Las resistencias a planificar

“En este país no se puede planificar. Todo el tiempo están cambiando las reglas del juego”.
“Nosotros vamos a planificar, pero más adelante. Por ahora, estamos muy concentrados en ganar dinero, y hacer que la empresa salga adelante”.
Estas son algunas de las frases que habitualmente se escuchan de quienes no están decididos a encarar un proceso de Planificación.
Sin embargo, los cambios abruptos del entorno no impiden planificar. En todo caso, obligan a un mayor margen de flexibilidad, y a una reflexión más profunda respecto de las contingencias que pueden generar desvíos, y cómo enfrentarlas.
Planificar no es lo que viene después de ganar dinero. Por el contrario, el tener claros nuestros objetivos,  los factores de riesgo, y la manera de prevenirlos, ayuda a encarar los desafíos del día a día con mayor seguridad y mejores posibilidades de éxito.

Para conocer más del tema, visite CAPS Heredantes
www.caps-heredantes.com.ar

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El desafío de poner el nombre familiar a la empresa

Cabrales, Jazmín Chebar y Paladini son algunos de los que pusieron su apellido como marca, una decisión que tiene sus ventajas, pero que implica un mayor compromiso. Sus apellidos se escuchan en la radio, se ven en la televisión y se leen en los diarios y la cartelería pública, al tiempo que también se los puede encontrar en las góndolas del supermercado, en el almacén de barrio o en la casa de moda. Pero más que asociarlos a una persona en particular, el consumidor los tiene identificados con un producto: son los casos de dueños que pusieron el nombre a su marca.

En este club de empresas con nombre familiar juegan Cabrales, Coto, Colombraro, Paladini, Frávega, Garbarino, Baggio y Jazmín Chebar, entre muchos otros que nutren los comercios locales. También siguen en él Terrabusi, Dante Robino, Canale, Orfila, Navarro Correas, Vizzolini y Paula Cahen d’Anvers, entre otros, aunque con la particularidad de que ya no pertenecen a la rama fundadora.

Pero ¿tener el nombre impreso en el producto beneficia o perjudica? Martín Cabrales, vicepresidente de Café Cabrales y tercera generación en el negocio, dice que el haberse iniciado en Mar del Plata, que como toda ciudad del interior es bien localista, ayudó a posicionar su marca casi como algo de dominio público. “Pero también te genera el compromiso de tener una conducta ética, porque eso puede repercutir en el consumidor”, acota el empresario.

Fernando Moiguer, economista, experto en estrategias de negocio y marca, explica que cada vez tiene más riesgo poner el nombre a la marca, por eso la tendencia mundial va hacia otro lado. “Hace unas décadas el nombre era garantía para el consumidor, pero en el mundo actual eso cambió y llevar el apellido de una marca es más un problema que una solución”, opina.

Moiguer cree que este tipo de denominaciones va a perdurar sólo en empresas de servicios profesionales (abogados, contadores, etcétera). “Es muy delicado portar el apellido en la marca, porque hoy se está expuesto todo el tiempo y el consumidor es mucho más crítico que antes”, analiza el especialista.

Pese al riesgo, hay quienes encuentran beneficios en tener el apellido como paraguas. Máximo Rainunzzo, presidente de Interbrand Cono Sur, dice que estas marcas/familia logran mayor conexión con el consumidor; exhiben una gestión más consistente, porque no hay cambio de personas que alteren ese manejo; establecen ambientes de trabajo más perdurables, y tienen muy en claro cuál es el ADN de su negocio, algo que se traduce en su estrategia.

También es cierto, advierte Rainunzzo, que a veces se pierde oxigenación, algo que sólo puede dar la visión de gente externa a la familia. “Hoy, con todos los cambios que tuvo el consumidor, esa falta de adaptación a nuevos escenarios puede causar un problema -afirma el experto-. Por eso muchas compañías fueron vendidas, porque no pudieron renovarse.”

Adrián Saporiti es presidente de Grupo Saporiti, la principal proveedora de ingredientes, sabores y soluciones para la industria alimentaria y de bebidas de la Argentina. Dice que llevar el nombre propio en la empresa es un compromiso personal, casi visceral, con el proyecto. Pero también advierte que los actos personales pueden afectar la imagen de la marca.

Otra circunstancia que se vive de forma diferente es la decisión de venta, porque, como dice Saporiti, de alguna manera se vende el apellido. “Ahí es cuando surge el interrogante: ¿cuánto valor tiene esa compañía?”, se pregunta el ejecutivo.



Cambio de manos

Canale, Terrabusi, Dante Robino, Sáenz Briones, Navarro Correas, Rigolleau y Paula Cahen d’Anvers fueron, entre otras, algunas de las marcas que pasaron a manos ajenas a la familia fundadora (ver infografía). Para el que compra es importante mantener esa marca/apellido, porque ya está impuesta en el consumidor; pero, como acota Rainunzzo, el nuevo dueño tiene el desafío de mantenerla activa y de gestionarla con éxito.

Lo que ha sucedido en la mayoría de los casos es que estas marcas han pasado a quedar bajo el paraguas de un nombre corporativo, por lo general una multinacional, que las tiene como una de tantas dentro de su variado portfolio de productos.

Es posible que, como estima Moiguer, estas marcas/familia sean poco comunes en el futuro, en un mundo donde la tendencia será comprar empresas familiares y resignificarlas bajo un nombre formado por una sigla. “Los apellidos empiezan a perder sentido. Construyen distancia y no cercanía”, opina el consultor.

Cabrales reconoce que puede ser que su generación sea el último exponente de un tipo de manejo familiar, porque vislumbra que en el futuro se va a profesionalizar más la gestión. “Lo que pasa es que cuantos más años cumple la empresa y más grande es la familia, tenés el compromiso de hacer crecer la marca, porque de lo contrario deja de ser un negocio rentable para todos los miembros”, explica el empresario.

Artículo publicado originalmente en La Nación (Via Grandes Pymes)

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